Nuestra Ermita de Puche en el Periódico ''La Opinion''

La antiquísima Ermita Puche, sita en el término de Santiago y Zaraiche, estaba a principios del siglo XVIII en la finca de don Andrés Galiano Espuche, un rico hacendado vecino de Murcia, aunque natural de la localidad de Mahora, término por entonces de Jorquera. Las tierras estaban arrendadas por Galiano Spuche a cierto sujeto de alguna nobleza apellido Botía, morador en el pago de Jenoles.

El pequeño templo, erigido para que pudiesen oír misa los colonos y aparceros del dueño, y los demás moradores de la zona, ha sido restaurado recientemente por voluntad del actual cura párroco don Ginés Acosta Rodríguez, mediante trabajos que han resultado costosos, pues la obra de fábrica estaba en muy malas condiciones. Pero ha sido necesario llevarlas a cabo porque, felizmente, el templo parroquial está siendo remodelado, y mientras duren las labores la ermita hará las veces de parroquia. Pero no es mi intención ocuparme aquí de la citada restauración, sino de uno de sus elementos más emblemáticos: la campana que luce en su espadaña.

Dicho instrumento ha sido restaurado también, y ahora, gracias al buen hacer de la empresa Campaneros murcianos, se le ha incorporado un mecanismo que la voltea automáticamente. Está que da gusto verla, y oírla, pues el sonido se ha potenciado bastante, y se puede escuchar desde considerable distancia.

Con esa necesaria labor se han puesto al descubierto algunas singularidades dignas de nuestra atención, como es el año de su fundición. Fue construida en una fecha que se acerca al siglo y medio, según la invocación que presenta en su parte superior o tercio: «Jesús, María y José. Año 1870», y pesa 40 kilos.

La campana lleva grabados en ella algunos adornos muy propios para la ocasión, como son una imagen de la Virgen con el Niño, un lagarto y una cruz. Adornos que encontramos con frecuencia en otras campanas, por sus respectivos simbolismos.

Pero lo que más llama la atención es una frase que rodea a la campana por su parte baja o pie: ´YO SOY LA VOZ DEL ÁNGEL Q[UE] EN ALTO SVENA. AVE MARIA DE GLACIA PLENA´ (yo soy la voz del ángel que en alto suena Ave María de gracia plena).

Es una frase que se viene usando en las campanas desde hace siglos, con ligeras variantes, y de la cual hemos encontrado múltiples ejemplos en lugares alejados de la geografía hispana. Dejaremos constancia aquí de algunos, como son en la iglesia del Salvador, del pueblo de Azagra (Navarra); la iglesia parroquial de San Andrés, de Santurde de Rioja; la Torre del Reloj, de Ateca (Zaragoza); la torre de la iglesia de Santiago el Mayor en Montalbán (Teruel); y en la parroquia de la Candelaria, de Fuente del Maestre, que está en Badajoz.

Desde mi casa, situada a menos de setecientos metros de la Ermita Puche, se escucha perfectamente el sonido de su campana, y ahora, desde la restauración, cada vez que voy a la ermita, alzo la vista hasta su espadaña y miro complacido la campana que alberga, y si la ocasión es propicia para verla voltear, mientras oigo como tañe voy repitiendo en mi interior: «Yo soy el ángel que en alto suena?»

Fuente: La Opinion de Murcia

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